1 de febrero de 2013

huerto de miguel hernández

La higuera, 
el árbol bajo el cual el poeta se refugiaba de los rayos del implacable sol,
 mereció  hermosos versos 
Mi carne, contra el tronco, se apodera
en la siesta del día
de la vida, del peso de la higuera,
¡tanto! que se diría,
al divorciarlas, que es de carne mía.


4 comentarios:

  1. Te ha quedado muy bien, y se oye perfectamente aunque al final .....se oyen las hojas y el viento....

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    1. Son las hojas en las que el poeta plasmaba el ruido del viento .....

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  2. Decía mi padre que cuando la higuera se empezaba a secar y languidecía sin motivo aparente... la vida de su dueño estaba también llegando a su fin, como si estuviesen unidos por un vínculo inseparable; el se crió en la huerta.

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  3. Si, pero la higuera le daba cobijo y fuerzas para seguir escribiendo...

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Agradezco tu comentario